
El poco sueño puede ser devastador para tu salud al largo plazo.
A la hora de mantener el cuerpo en un buen estado de salud, lograr un sueño reparador de forma habitual es igual de importante que seguir una dieta equilibrada y hacer deporte con regularidad.
Tras una noche en vela tendemos a estar más cansados y tardamos más en reaccionar ante un estímulo. Además, la piel brilla menos y las ojeras nos delatan, pero junto a estas señales externas hay otras más graves que no se aprecian a simple vista. Un mal descanso continuado tiene repercusiones en la salud del cuerpo tanto a corto como a largo plazo, como por ejemplo:
- La memoria te falla
Mientras duermes, tu cerebro fija y organiza los recuerdos y establece las conexiones para crear nuevas ideas. Y es que la memoria no solo se almacena, sino que se construye cada día; por eso, si no duermes, puede traicionarte con falsos recuerdos (situaciones que no han ocurrido) según ha demostrado un estudio de la Universidad de Michigan (EE.UU).
- El azúcar se descontrola
Dormir mal dificulta la secreción de insulina y, por tanto, la capacidad del organismo para procesar la glucosa, lo que dispara el riesgo de tener niveles altos de azúcar en sangre.
- Las defensas bajan
El insomnio interrumpe la actividad normal de los glóbulos blancos del sistema inmunitario, y por lo tanto el cuerpo responde movilizando un gran número de células inmunes, tal y como lo haría si se enfrentara a un estrés físico, y eso supone un gran desgaste para las defensas, lo cual te hace más susceptible a las infecciones y a las enfermedades en general.
- Tienes hambre y engordas
Dormir poco y mal afecta muchísimo al sistema hormonal. En concreto, aumenta los niveles de grelina, la hormona que estimula el apetito y reduce el gasto calórico. Por eso, si sufres insomnio tienes más hambre y quemas grasas de forma más lenta.
- Tu corazón no se recupera
En las fases profundas del sueño, el corazón se recupera del esfuerzo diurno bajando el ritmo cardiaco. Si no descansas y sigues trabajando intensamente, la tensión se dispara y con ella el riesgo de cardiopatías.
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