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Escasez de agua y cómo puede generar guerras en el mundo

El cambio climático está disminuyendo el suministro de agua o haciendo que las lluvias sean cada vez más erráticas, obligando a muchas poblaciones a desplazarse

En el verano de 2018 el agua contaminada de Basora, Irak, envió a 120.000 residentes a los hospitales de la ciudad y, cuando la policía abrió fuego contra los que protestaban, Al Sadr tuvo la suerte de escapar con vida. "En un mes hice las maletas y me fui a Europa", señala desde Amsterdam.

"Si no hay agua, la gente empezará a desplazarse", afirmó Kitty van der Heijden, jefa de cooperación internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Países Bajos y experta en hidropolítica. La escasez de agua afecta aproximadamente al 40% de la población mundial y, según predicciones de Naciones Unidas y del Banco Mundial, la sequía podría poner a 700 millones de personas en riesgo de desplazarse para 2030.

Muchos observadores como Van der Heijden están preocupados por lo que podría suceder como consecuencia del cambio climático. "Si no hay agua, los políticos van a intentar controlar ese recurso y es posible que empiecen a pelear por ella".

A lo largo del siglo XX, el uso mundial de agua creció a más del doble de la tasa de aumento de la población. Esta disonancia está llevando actualmente a muchas ciudades, desde Roma a Ciudad del Cabo, desde Chennai a Lima, a racionar el agua. Las crisis del agua han estado casi todos los años desde 2012 entre los cinco primeros peligros de la lista de Riesgos Globales por Impacto del Foro Económico Mundial, esto como consecuencia del cambio climático.

En 2017, sequías severas producidas por el cambio climático contribuyeron a la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, cuando 20 millones de personas en África y Medio Oriente se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a la escasez de alimentos y a los conflictos. Peter Gleick, director del Pacific Institute con sede en Oakland, California, ha pasado las últimas tres décadas estudiando el vínculo entre la escasez de agua, los conflictos y la migración, y cree que los conflictos por el agua están aumentando.

"Clasificamos los conflictos por el agua en tres grupos", dijo Gleick. "Como un 'desencadenante' del conflicto, donde la violencia se asocia con disputas sobre el acceso y el control del agua; como un 'arma' del conflicto, donde el agua se utiliza como arsenal en los conflictos, incluso mediante el uso de represas que retienen agua o inundan comunidades río abajo; y como 'blanco' de conflictos, donde los recursos hídricos o las plantas de tratamiento o las tuberías son blancos de ataques".

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