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Por qué el divorcio aumenta entre los mayores de 50

La noticia de la semana ha sido el anuncio del divorcio de Bill Gates y Melinda Gates después de 27 años de matrimonio

Hasta hace pocos años era una rareza ver que un matrimonio de 25 años de convivencia o más se separaran. Si estás leyendo esta nota, seguramente tus abuelos llegaron a las bodas de oro con 50 años de casados, y la tradición latina del “matrimonio para toda la vida” aún subsiste entre los ‘baby boomers’, aquellos que nacieron después de la Segunda Guerra desde 1945.

El divorcio de Bill Gates tras 27 años de matrimonio y una relación que, al menos hacia el mundo, parecía perfecta con Melinda Gates, ha generado muchos comentarios, porque ambos se mostraban divertidos, siempre juntos, filántropos desde su fundación, todo parecía perfecto; es más, en Netflix hay un documental de Bill Gates en el que Melinda se deshace en elogios para con su esposo. La producción es de 2019…

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El divorcio de Bill Gates a los 65 años, el de Jeff Bezos a los 56, el de Al Gore a los 62, el de Mario Vargas Llosa con 76 años son algunos casos de personas de edad adulta, todas en relaciones de hasta 50 años de matrimonio, como el caso del escritor peruano, que repentinamente dejan sus relaciones para empezar una nueva vida.

El reduccionismo popular nos dice que “son millonarios y pueden darse esos gustos”, o tal vez con la ironía que se encuentra en redes sociales: “si los dos hombres más ricos del mundo no pudieron contentar a sus mujeres, qué esperanza nos queda para el resto de las personas”. Repasemos algunos datos, porque son muchos más los que hoy se animan a una nueva vida después de los 60 años.

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En España, la estadísticas revelan que los divorcios entre personas mayores de 60 años crecieron más de 200% en un lapso de 10 años, en los EEUU, las rupturas legales por acta de divorcio se duplicaron entre 1990 y 2010, y hoy el 25% de los divorcios en ese país se produce entre los que superaron los 50 años.

Las razones de esta tendencia en torno al divorcio que se irá profundizando en los próximos años, están expuestas en una serie de variables. En primer lugar, la esperanza de vida al nacer se ha incrementado gracias a las mejoras en las técnicas médicas, en el tratamiento de ciertas enfermedades, pero también en el cambio de hábitos que millones de personas han puesto en marcha, como mejorar la dieta, cuidar más el cuerpo, dejar hábitos como el tabaco o el alcohol. El hombre y la mujer de hoy, a los 50 años, son muy diferentes a los que se veían una generación previa, más atléticos, saludables y más preocupados por aparentar menos años de vida.

Según explica el psicólogo John Duffy, residente en Chicago y especialista en temas de pareja, “En mi trabajo actual con parejas, he notado una diferencia perceptible en las parejas mayores en matrimonios de larga data. Hace años, la gran mayoría de mis clientes que no eran felices en su relación eligieron permanecer casados por conveniencia o rutina, o incluso por un sentido de familiaridad. En los últimos años, muchos han optado deliberadamente por separarse”, dice en una nota publicada en CNN relacionada al divorcio.

El número mágico para las personas parece ser el umbral de los 50 años, tanto en hombres como en mujeres. La nueva vida del Siglo XXI ha llevado a millones de personas a imaginar un futuro diferente para sus vidas personales. El peso de las familias, cuando los hijos se van, exponen al hombre y a la mujer a ser responsables de sus propias vidas, y allí surgen los deseos de recuperar el tiempo personal. Un dato revelador en Argentina demuestra que la matriculación en universidades de personas mayores de 40 u 50 años es la más alta de la historia.

La Licenciada Beatriz Goldberg, autora de varios libros de psicología en Argentina, dijo a Infobae.com que “estas son edades de doble crisis existencial: en general, ya se tiene hijos adolescentes y las personas tienden a replantearse todo, desde el trabajo, hasta la vida de los hijos y la vida propia”.

El replanteo vital no es lo único que incide, ya que la expectativa de vida se prolonga y la necesidad de una segunda vida más plena, menos conservadora y más individual se cuela en la mente y en las necesidades. No es necesario retroceder demasiados años cuando se oía decir que una separación era un fracaso y donde había un sentimiento de culpa. No faltan testimonios que decían “yo no me iba a separar y ser la primera fracasada de la familia”, como si el matrimonio fuera un compromiso más familiar que de pareja. Las mujeres y los hombres hoy han erradicado esos prejuicios y se atreven con más valentía a vivir la vida.

Otro elemento considerado por psicólogos es que el rol y empoderamiento de la mujer han cambiado mucho al matrimonio. Los prejuicios machistas que aún persisten, ponen a veces a la mujer como la víctima de un hombre que decidió dejarla “para irse con otra”, pero esto ya no es así. Un estudio de la Asociación Americana de Sociología es revelador, ya que el pedido de divorcio se ha dado en un 69% desde las mujeres, mientras que el 31% fueron hombres. Las cifras corresponden a 2015, pero demuestran que la mujer no es ninguna víctima y que toma la iniciativa para terminar un matrimonio.

Un divorcio representa un suceso doloroso para quienes lo viven porque refleja que los proyectos compartidos de un matrimonio no resultaron como se esperaba, pero también es una liberación que se convierte en oportunidad para las personas que ya no están obligadas a mantenerse unidas y así poder desarrollar todo el potencial o darse la oportunidad de una nueva pareja.

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