El calzado media talla más grande que se puso Ana María Orozco para transformarse en Yo soy Betty, la fea la hicieron estrellarse, y por corto se va de naríz. Rosita Cabal , la directora de vestuario de la telenovela, se asustó y le dijo que había que ponerle una plantilla, pero la protagonista la calmó: “¡No! ¡Esta es la gracia! Betty se cae, y eso puede ser un plus del personaje: que se caiga con frecuencia”, afirma Cabal.
yo Betty, la fea
Esos zapatos eran de la mamá de Rosita Cabal , que, según relata la reconocida vestuarista, formaban parte de la “colección que tenía, ya que era una compradora compulsiva y rápidamente no se los ponía porque decía que estaban pasados de moda”. El excedente de la vestimenta de Yo soy Betty, la fea, sus anteojos, su bolso, el muñeco que la acompañaba y incluso el san Antonio que la mamá del personaje tenía para pedirle marido para su hija son parte de un legado del canal que en estos días de relanzamiento de la producción de RCN, la más exitosa de todos los tiempos de la televisión colombiana, está expuesto en un estudio.
Rosita Cabal, con melancolía y total conocimiento de causa, dice que su compromiso primordial fue “afear lo más posible a la bella Ana María, que no se le vieran ni su escultura ni sus talentos”. De ahí que utilizaron los colores relacionados con el café y el vinotinto, y el verde militar, que siquiera le favorecía a la actriz de Yo soy Betty, la fea.
Cabal asimismo cuenta que, en un inicio, Yo soy Betty, la fea iba “a ser, también, gorda, y la idea era que posteriormente encontrara el atractivo porque se hacía una liposucción. Nos opusimos a este pensamiento porque ella era, ante todo, una mujer inteligente, y sus cambios debían venir interiormente.
Con Rossio López, la maquilladora, le decíamos a Fernando Gaitán que preferíamos que en la novela la pusieran a dieta”. Agrega que para Orozco era muy difícil ser gorda ya que le daba calor (por el relleno), “así que decidimos ponerle indumentaria holgada, que en un principio también salió del clóset de mi mamá”.
De ahí aparecieron los chalecos largos tejidos, las faldas, asimismo largas, y las blusas “atemporales. Todo lo anterior hacía que su imagen estuviera completamente escondida”. Pero conjuntamente, mucha de la ropa también salió del vestuario del canal, “porque la telenovela no estaba pensada para ser la gran producción y ni había un numeroso presupuesto.
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