Tan pronto que se enteró que viajaría a Colombia desde Lima, como pasante de geología, Julia Gutiérrez Arias buscó en Google la ‘casa de Yo soy Betty, la fea ’. En la pantalla de su computador apareció el predio y su dirección: carrera 18 con calle 42A. Tal era su idea fija por conocerla que al venir a Bogotá, en 2013, cambió el hotel del norte donde se hospedaba por uno en Teusaquillo, a pocas cuadras del barrio Santa Teresita, en el que se encuentra aquella casa esquinera y azul, en la que tantas veces Betty Pinzón Solano le confesó a su diario el amor prohibido por don Armando.
Yo soy Betty, la fea
La casa que funcionó como locación de Yo soy Betty, la fea fue comprada en el 2009 (diez años después del lanzamiento de la exitosa telenovela) por Rosalba Benítez y su hija Ana Feliza Andrade. La encontraron en pésimas circunstancias y podrida por la humedad, en consecuencia tuvieron que someterla a un importante trabajo de adecuación. Hoy, la famosa fachada se conserva intacta, salvo que fue enrejada.
Miguel Antonio Andrade, hijo de doña Rosalba, vivía en ‘el hogar de Yo soy Betty, la fea ’, como siguen llamándola los viejos y nuevos vecinos. Actualmente, él recuerda un sueño muy particular. Ese en el que Dios le dijo que la mujer que lo acompañaría por el resto de su vida iba a tocar a la portón de su casa.
No eran buenos tiempos para Miguel. Se sentía solitario y sin amor, las dificultades familiares lo perceguían y tenía que trabajar fuerte, en un turno doble en una manufactura de bolsas. El 11 de mayo de 2013, de vuelta a su casa, a eso de la una de la tarde y “muerto por la trasnochada”, encontró en la puerta a Julia, como mandada del cielo, con unas obleas en la mano para agradecer que la dejaran obtener fotos del lugar. Era la tercera vez que visitaba la casa (por fuera); feliz posteaba las fotos en Facebook y hasta tuvo tiempo de ir a misa a la iglesia de Santa Teresita, la misma donde se casaron Betty y don Armando en Yo soy Betty, la fea.
“Apenas la vi se me espantó el cansancio”, dice él. Asimismo empezó ese sábado una charla que todavía no termina. Almorzaron hamburguesa, fueron a recorrer el centro histórico e incluso a bailar. Como Julia ya tenía pasajes de avión para volver a Lima (su pasantía había completado) se siguieron hablando por Skype. Luego de ires y venires, la pareja contrajó matrimonio en la misma iglesia que los personajes de Yo soy Betty, la fea, se radicaron en Bogotá y ahora tienen un hijo. No se olvidan que su historia de amor nació en la casa de Batty.
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